¿QUÉ ES LA LIMPIEZA CRIOGÉNICA?
El arenado criogénico es similar al tradicional, con la diferencia de que en lugar de arena, gránulos de diversos materiales, sosa cáustica o bicarbonato, se utilizan bolitas de CO2 (hielo seco).
La particularidad del uso de estos gránulos radica en que los gránulos en estado sólido se subliman (vaporizan) al impactar con la superficie gracias a la combinación de disipación de energía de impacto y choque térmico, provocado por la transferencia de calor entre hielo seco y superficial.
El gas se expande de 500 a 800 veces el volumen inicial de la pastilla, en unos pocos milisegundos, durante los cuales se produce una verdadera “microexplosión” en el punto de impacto.
Gracias a la vaporización del dióxido de carbono, el proceso de crioblasting no genera ningún residuo secundario. Todo lo que queda por determinar es el contaminante eliminado de la superficie tratada.
A diferencia de las otras sustancias, los gránulos de CO2 tienen una temperatura muy baja equivalente a -78.3 grados centígrados, ofreciendo el mejor método de limpieza conocido hasta hoy y asegurando el abatimiento de la bacteria certificado.
Desde el tanque de contención de la máquina, los pellets de hielo seco se dirigen a un dispositivo de dosificación y luego se aceleran con aire comprimido.
La geometría particular de la boquilla de la pistola acelera los pellets hasta 300 m/s dirigiéndose sobre la superficie que tiene que ser tratada.
Los pellets penetran por efecto mecánico la capa de suciedad e inmediatamente, por efecto térmico, subliman expandiendo hasta 500 veces su volumen, provocando la separación de la capa del soporte sin crear ninguna abrasión.
Durante esta acción, los pellets de hielo seco sólidos se convierten en gas sin dejar rastro, excepto el residuo eliminado.
De este modo desaparecen también los costes de eliminación de los detergentes utilizados en los sistemas tradicionales.